sábado, 6 de agosto de 2011

Oteador...

Son más de las doce… hace rato que la luna ilumina aquel pueblo costero. Sus rayos, reflejados desde el astro oculto, muestran un mar que, sereno, convive pacíficamente con los puertos y playas del lugar.
Él,apoyado en la baranda del mirador, observa la oculta por las sombras inmensidad del mar, que se presenta ante el con majestuosidad y orgullo. El sonido de las olas al romper contra las paredes naturales que existen bajo el mirador acompañan en exclusividad los pensamientos del hombre, que pierde su mirada en la difusa línea invisible que divide el mar del cielo.
Ella es el principal motivo de su estado. Hace tiempo, él decidió olvidarla. Hace algo menos, cayó en la cuenta de que esa decisión no le pertenecía.
Ahora, apoyado en la baranda de aquel mirador, suspira, a la espera de que alguna señal le dijese aquello que que deseaba, aquello que no ocurriría, aquello que le atormentaba.
Mientras, ella, ajena a cualquiera de los internos problemas del primero, se enfrenta a los suyos propios, sin saber que involuntariamente, se ha convertido en el principal problema del que una vez intentó ir más allá. Más allá de los formalismos, de las costumbres, de inquietudes, miedos e indecisiones. El que decidió vivir un momento soñado, y no quedarse en lo real, y con la propia realidad se chocó de frente. Culpa suya por haberlo intentado. Culpa suya por soñar.
Y él, aun en el mirador de aquel pueblo, medita, sobre los últimos acontecimientos. Ahora, despues de haberse lanzado y estrellado, ahora, tarde, se da cuenta de la magnitud de su intento. Su error fue que de ella no lo vió todo. Vió lo bueno que tenía cómo persona en sí, vió su forma de pensar, de actuar y de ser, y se sintió atraido por ello. Lo que no vió es que atado a todo esto ademas se encontraba una mujer de increible sensualidad, con un poder de atracción que él, cegado por sus pensamientos en la parte etérea de ella, no había sido capaz de ver.
Aunque hay que señalar que no se arrepiente. De haberlo visto todo, de haberse dado cuenta de que aquella persona por la que empezaba a sentir algo era aun más especial, increible, única de lo que había imaginado, es probable que jamás lo hubiera intentado. Es posible que la imposibilidad de verla completamente fuera aquel último paso que necesitaba para hacer lo que hizo, lo que nunca había hecho antes. Es posible que fuera su error lo que le diese pie a intentarlo, a equivocarse, y sentirse cómo ahora se sentía.
Cómo un arma de doble filo, se presentaban las dos posibilidades. De no intentarlo, siempre hubiera conservado la sensación de haberse perdido algo importante, dentro de su propia vida, de haber dejado escapar la oportunidad. De intentarlo, tal y cómo lo hizo, fracasaría en su intento, y esto quedaría siempre pesandole, una carga, una derrota, que por alguna razón, aun intetándolo constantemente, y mediante múltimples medios, era incapaz de soportar.
Así, aun se mantiene apoyado en la baranda de aquel mirador, oteando el horizonte, y de vez en cuando, mirando brévemente el camino que llegaba hasta su posición, esperando ver fugazmente un oportunidad, que caminara hacía él, que le diese la felicidad que no alcanzaría.
Pues ahora ella ya no es solo el objeto de sus pensamientos. Ahora, y en contra de la voluntad del propio oteador, es además su musa, aquello en lo único en lo que sus pensamientos son capaces de centrarse por sí solos. Ahora ella es lo único sobre lo que es capaz de escribir.

4 comentarios:

  1. Todos tenemos un ideal, quizá lo hayas descubierto ahora en su mayor medida.

    Se pueden llevar dos filosofías de vida:
    -Hacer algo y pensar después de haberlo hecho si ese algo ha sido bueno o ha sido malo.
    -O simplemente que la importancia recaiga en el hecho de haber hecho ese algo o no.

    Nos vemos pronto!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. A veces, lo que parece algo muy claro, evidente, cobra mas sentido si te olvidas de ciertos sucesos, si te das cuenta de que una cortina de humo alimentada de lo que llevas pensando algún tiempo te impide ver que, en ocasiones, los gritos no piden socorro, solo expresan dolor...
    (En respuesta al comentario de Naoko)

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